Una pareja inseparable
La historia de Chico y Vida podría ser la de cualquier otro peludo de los que acaban en un refugio. Sin embargo, es una historia especial, porque ellos eran especiales.
Llegaron a nuestro refugio hace ya tiempo. No sabemos de dónde venían, ni qué vida habían tenido antes de llegar a nosotros. Lo único que sabemos es que llegaron juntos, asustados, y con ganas de encontrar un hogar en el que los llenaran de mimos y cuidados.
Pronto nos dimos cuenta de que los unía algo muy especial. No sabíamos si eran hermanos, pero tenían una relación muy estrecha, se ayudaban, se querían. Luchamos un montón por encontrarles una adopción, si podía ser conjunta, pero el tiempo fue pasando y nunca sucedió. Les faltó, quizá, ser de raza, o más altos, o con el pelo más lustroso, las patas más largas o el rabo más corto. Les faltó, en definitiva, tener un poquito más de suerte, porque sabemos que, en realidad, lo más importante les sobraba: eran buenos, cariñosos, nobles, amigos fieles que habrían dado su vida entera por una familia. Nuestra prote y todos los peludos que la habitan acabaron por convertirse en su hogar, donde los quisimos y cuidamos también cuando se pusieron pachuchos, uno del corazón, y otro del riñón.
Chico y Vida eran inseparables, y cuando uno murió, el otro lo persiguió sin dudarlo. Sabemos que, en algún sitio, estarán corriendo juntos entre algodones.
Desde aquí les mandamos un abrazo, porque ya siempre serán de nuestra familia.
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